Cómo salir victoriosos de la tormenta

No estamos exentos de pasar por tormentas. El Señor no nos prometió que no íbamos a pasar por tiempos de adversidad. Cuando nos salvó no nos dio un seguro de que todo nos iba a salir bien, pero sí que saldríamos victoriosos. “En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo”. “Somos más que vencedores en medio de todas las crisis”.

Tres fuentes de donde vienen las crisis:

Primera fuente: La naturaleza- Crisis que vienen de las situaciones de la vida. Situaciones que vienen a la vida naturalmente. Como crisis de la edad media y enfermedades físicas por el pasar de los años.

Segunda fuente: Es del reino de las tinieblas- Hay que admitir que tenemos un enemigo. Cada vez que queremos avanzar, se levanta una tormenta. Cuando Dios nos lleva a otros niveles o algo importante dentro de nuestro destino profético, el enemigo va a levantar guerras para que no podamos llegar.

Un día Jesús le dijo a los discípulos “pasemos al otro lado” donde iban a ver milagros, pero apareció la tormenta. Sin embargo, esta no impidió que llegaran. Si el Señor está en la barca vamos a llegar.

Tercera fuente: Decisiones de otras personas- No puedo impedir que otros estén en la barca conmigo. Gente que toma decisiones a mi alrededor que al final nos afectan. El cónyuge se fue y ahora enfrentas la vida sola o con tus hijos, todo por la decisión de otra persona. No tienes culpa que no asumiera la responsabilidad económica. No tienes la culpa de que otro no asumió el liderato espiritual de tu casa. Enseñaste a tus hijos y ahora ellos están viviendo la vida loca, a ellos les viene la tormenta pero también te tocará a ti. Por malas decisiones que otros tomaron y te verás tú en medio de la tormenta también.

¿Cómo salir victoriosos de una tormenta que otros nos crearon? El Apóstol Pablo dijo a los hombres en Hechos 29:9-11: “Y habiendo pasado mucho tiempo y siendo ya peligrosa la navegación, Pablo les amonestaba diciéndoles: “Varones, veo que la navegación va a ser con perjuicio y mucha pérdida, no sólo del cargamento y de la nave sino de nuestras personas”.

Pero el centurión daba más crédito al piloto que a lo que Pablo decía. El Apóstol les decía no salgan, si salen sufriremos pérdidas. El centurión le dio más importancia al consejo del navegador. Pablo dio un buen consejo, pero, no lo tomaron en cuenta.

¿Qué hacer cuando estamos en medio de estas personas? Es importante lo que Pablo hizo.

Tres claves importantes:

1- Nunca la desobediencia de otro podrá alterar tu destino. En medio del fragor de la tormenta: el Angel del Señor se le apareció a Pablo. Hechos 27:22-25 – 22 Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave. 23 Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, 24 diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo. 25 Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho.

Aunque gente a tu alrededor quiera hacer lo que quieran no podrán detener lo que Dios va a hacer contigo y con tu familia. Las malas decisiones de otros no podrán alterar tu destino. “Aunque tu padre y tu madre te dejaren el Señor con todo te recogerá”. Aunque todos se fueran espera, Dios te va a levantar y el sueño como a José se va a cumplir. Hoy el Señor te dice: Es necesario que se cumpla lo que Él te había dicho. No pienses que no hay solución.

2- Cuando estás en medio de la tormenta es que Dios te puso dentro del bote como un instrumento de ánimo no de desánimo. Dios te escogió para dar ánimo al que no tiene y a darle fuerzas al que no tiene ninguna. No es tiempo de quejarse, lamentarse, criticar o culpar. Es tiempo de dar ánimo. De esto Dios nos saca con victoria. La gente necesita a alguien fuerte que diga: “Yo conozco a un Dios poderoso que puede sacarnos de esto”.

3- La voz de Dios es más poderosa que la tormenta. El Ángel de Jehová le habló a Pablo mientras la tormenta arreciaba y estaba en todo su apogeo, Dios no detuvo la tormenta y esa palabra de Dios es más poderosa que la tormenta. Las tormentas son temporales pero, la palabra de Dios es eterna y permanente. Para Dios no hay nada difícil. Es que las cosas se siguen poniendo peor, agárrate de la palabra y no temas. No te enfoques en el viento, en las olas ni en los problemas, enfócate en la palabra de Dios a tu vida.


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