Palabra de Vida y Esperanza #39
Una Fortaleza es un área dominada, controlada por un grupo especial. En éste caso un área controlada por espíritus malos, fortalezas que el enemigo ha edificado en nuestra mente mintiéndonos. Nosotros aceptamos esas mentiras, tan temprano en nuestra vida que ni lo recordamos. Si Satanás puede dominar nuestro pensar, puede dominar nuestra vida. ¿Los pensamientos que tienes son los de Dios o los del enemigo? ¿Está operando en la mente de Cristo o en la mente de la carne? Una fortaleza que es muy fuerte es el orgullo.
Fortaleza ORGULLO – El espíritu más engañador que existe porque se oculta. Mucha gente muy interesados en las bendiciones.
La persona madura espiritualmente sabe que las bendiciones vendrán. Que Dios nos dé lo que quiere darnos. “Cosas que ojo no vio ni oído escuchó son las que Dios ha preparado para los que le aman”. Dios es más poderoso para hacer las cosas más abundantemente de lo que pensamos, “según el poder que actúa en nosotros”.
El orgullo espera que los otros hagan lo que nosotros no haríamos. Los fariseos tenían este problema. El espíritu religioso está a la par con el orgullo. El que tiene espíritu religioso cree que ayuda a Dios debido a lo que hace. Si los demás no hacen las cosas como esta gente piensa no están agradeciendo a Dios. Jesús dijo: “Hagan lo que dicen pero no hagan lo que ellos hacen”. Porque amarran cargas pesadas sobre los demás que ellos mismos no lo llevan.
El éxito y la provisión son precedidos por una mente humilde. Si quiere triunfar en el reino tiene que ser humilde. No tenemos una actitud humilde sino que tenemos una mente humilde. Cuidado con nuestra actitud. Algunos dicen: “Tengo todo bajo control.” Miran a la gente despectivamente.
Romanos 12:3 “Por la gracia de Dios que me es dada”. “Ninguno tenga más alto concepto de sí que el que debe tener”. Alguna gente se confunde y piensa que es andar con una actitud inferior, mirando al suelo siempre. La gente se disgusta cuando le dan aprecio, pensando que eso es humildad. Hay que aprender a recibir pero, entregárselo al Señor.
“No tenga una opinión exagerada”. Muchos dicen: “Donde estarían sin mí”. No está listo para una promoción. Dios nos usa y creemos que si no estamos las cosas no van a funcionar. Tenemos que estar equilibrados. Pablo orientando a los Romanos no van a experimentar algo bueno hasta que no tenga una actitud humilde. Renueve su mente y no tenga un concepto más alto del que debe.
¿Cuáles son los síntomas de personas que tienen la fortaleza del orgullo?
1.Siempre tiene consejos para los demás. “Solo trataba de ayudar”. Constantemente le están diciendo a la gente que hacer. Los hijos no los quieren cerca. No tiene el derecho de obligarlos a pensar igual que usted. Cuanta gente en la vida de alguien continuamente diciéndole lo que deben hacer. Sabes oigo lo que estás diciendo; lo consideraré y oraré.
2.La gusta dar consejo pero no le gusta recibirlo. Siempre creen que están correctos. Le echan la culpa a otros si las cosas no les van bien.
3.Impaciencia es el fruto del orgullo. ¿Por qué somos tan impacientes con las personas que no se mueven tan rápido como nosotros? Gente que se divorcia por incompatibilidad. Todos somos incompatibles. Nadie es compatible. Tiene que aprender a llevarse bien. El único modo es siendo humilde. Dispuesto a cambiar, escuchar, adaptarse y dispuesto a callarse.
4.No tenga más alto concepto. “Bueno, yo nunca haría lo que esa persona hizo”. Tenga cuidado. El que quiera estar firme mire que no caiga. Siempre critica y le gusta juzgar a otros. Romanos 12:1 dice que por lo que juzgas a otros serás tu mismo juzgado”. El orgullo nos engaña. No vemos lo que hacemos, pero vemos lo que otros hacen. Vemos a los demás con lentes bifocales. No juzguéis para que no seáis juzgados. Si siembras amor cosechas amor. Si siembras juicio cosecharás juicio.
5.Son independientes. Les es difícil decir necesito ayuda. Creen que son hábiles para hacerlo todo. No dependen totalmente de Dios. Estoy bien como estoy. El orgulloso ama la atención. El orgulloso no hace mucho por otros. Quitamos esa fortaleza de orgullo que Satanás quiere usar para controlarnos. Lo peor es pensamos que otros deben ser como nosotros. (Romanos 12:4-8).
Cada persona haga lo que está ungido para hacer. No se compare con otros, no compita con otros. Para andar en poder debe ser humilde. El hombre o mujer no es útil hasta que es quebrantado. Saúl comenzó a creer que era importante. Dios promueve pero, puede hacer bajar.
Cuando se enoje con alguien no se vaya así. No hace la paz después de un argumento es orgullo. Nadie quiere humillarse y decir lo siento. El orgullo nos mantiene enojados. Si tuviéramos humildad tendríamos la mente mas abierta.
Pablo dice en Corintios, perdonad para que el enemigo no tome ventaja. Tenga cuidado con la fortaleza del orgullo. Derribando argumentos = proceso mental que envuelve planificación. En la altivez creemos que todo debe salir perfecto y cuando no sale quedamos devastados. ¿Por qué no podemos humillarnos”. Ensanchar nuestra esfera, aceptar a todas las personas en nuestra vida y no solo las que queremos que sean como nosotros.

Los síntomas de una persona con un espíritu humilde:
Está presto a arrepentirse cuando ha hecho lo incorrecto. Siempre se disculpa si ha lastimado u ofendido a alguien. Está dispuesto a escuchar, razonar lo que otros tienen que decir y considerar seriamente sus opiniones. Son corteses. No son groseros porque valoran a otros y se dan cuenta son tan importantes como ellos.
Le da mérito a Dios y los que los ayudan para llegar donde están. Ayudan a otros. Dios levanta y hace bajar. Dios ayuda al humilde pero resiste a los soberbios. El humilde recibe ayuda. Dios toma un hombre o una mujer humilde par usarle. Humildad ante Dios, humildad antes los hombres. No hay humildad ante Dios sino hay humildad o mansedumbre ante los hombres.
La humildad es antes del honor. La humildad es antes que el éxito. El humilde es cuidadoso en lo poco. El quiere tener una entrada antes de hacer una fortaleza (Efesios 4:26-27). Muestra aprecio, se toma el tiempo para agradecer a la gente.
“El que se humilla será ensalzado y el que se ensalza será humillado”.
“Humillaos ante la poderosa mano de Dios y El os exaltará cuando fuere tiempo”.
“Dios da gracia a los humildes, mas resiste a los soberbios”.
“Antes del quebrantamiento viene la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu”.
“Aquel miraré, dice Dios, que es humilde de corazón”.
“No quieres sacrificio que daría, dijo David, pues el sacrificio que te agrada es el corazón contrito y humillado”.
“Bienaventurados los humildes, pues de ellos es el reino de los cielos”
“Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas”.
“Alábete el estraño y no tu boca, pues buscar la propia gloria no es gloria”.
“Oh hombre Dios te ha declarado que sea lo bueno y que busca de ti Jehová, solamente hacer juicio, amor, misericordia y humillarte para andar con tu Dios”.
“Ninguno tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino piense de sí con templanza”.
He aquí un cuadro vívido de las Escrituras sobre la humildad. Humildad no es cobardía, no es servilismo, no es pusilanimería. La humildad no nos apoca, ni nos hace cobardes, ni tontos. El humilde no anda proclamando su humildad a los cuatro vientos. Cuando alguien reclame que es humilde ese sólo hecho prueba que no lo es. La humildad no reclama sus méritos, pero lo harán otros. En el libro de Esther, a Amán la soberbia y orgullo lo llevó hasta la mesa del rey, pero de allí lo precipitó a la horca. A Mardoqueo la humildad digna y callada lo hizo padecer y ser escarnecido hasta la humillación y hasta tal punto que se vió casi colgando de la horca, pero de allí lo sacó Dios y lo llevó hasta el trono.
A Saúl la humildad lo llevó a buscar con un siervo las asnas, halló también un reino, pero el orgullo lo arrojó en un campo de batalla sin corona y sin gloria, suicidado por su propia espada. “Cuando eras pequeño y humilde yo te necesité, cuando te hiciste grande ya no te necesité”. Dios no anda buscando cabezas eruditas, ni personalidades encumbradas, ni hombres importantes, esos le están sobrando y estorbando a sus planes. Dios anda buscando corazones tiernos, sensibles, humildes. A muchos le creció la cabeza y se le achicó el corazón y
mueren de trombosis espiritual.
Es más corazón que cerebro lo que Dios necesita. Más humildad que grandeza, pues a “los grandes los envió vacíos y a los humildes los envió llenos”, así se expresó María llena del Espíritu Santo: ‘Esparció a los soberbios en el pensamiento de su corazón. Quitó de los tronos a los poderosos y exaltó a los humildes, a los hambrientos colmó de bienes y a los ricos envió vacíos”.
Sí por la arrogancia y el orgullo Nabucodonosor se vió quitado de su trono y arrojado con las bestias del campo. Por el orgullo el rey Uzzias fue herido con lepra y tuvo que recluirse en una caseta en las afueras del palacio y murió ignorado e incomunicado de la corte y el resplandor. El orgullo arrojó a Luzbel del cielo y Cristo lo describió como un rayo que caía del cielo. “Como caíste, oh Luzbel, querubín cubridor”. Por eso es rey de todos los soberbios. Ser humilde no es ser pobre, pues hay mendigos que pecan de orgullo. Ser humilde no es ser sometido y acatando todo como un autómata sin sesos ni criterio, pues Mardoqueo jamás se sometió a la vana pedantería de Amán y no dejó de ser humilde. Ser humilde no es carecer de carácter y decisión y en ese apocamiento ser víctima de todos. No.
Pero ser humilde es no hacer alarde de lo que somos o tenemos. Ser humilde es olvido de sí para pensar en otros. Ser humilde es no alabarnos ni buscar nuestra gloria sino la del Señor. Ser humilde es no llamar la atención a sí mismo sino al Señor. “A El le conviene crecer” dijo Juan el Bautista, pero a mí menguar”. Ser humildes es olvidarnos de la honra que merecemos y saberle conocer méritos a otros. La humildad no calumnia, no desacredita, no contiende, no humilla, no abofetea, ni hiere, ni de hecho ni de palabra. La humildad mora con la sabiduría, sabe callar más que obstaculizar, orar más que reclamar.
¡OH DIOS, SOLO Y SOLO EN TI, tiene origen la grandeza de la humildad! ¡Por eso , oh Jesús, con tu pobreza nos enriqueciste, con tu vida tan desprovista nos has hecho provisión, con tu dolor nos has consolado, con tu abandono nos has protegido. Desde el pesebre hasta el calvario nos diste el ejemplo de tu vida humilde y luminosa. Cuando aprovechados y oportunistas quisieron explotar la coyuntura del discipulado buscando grandeza dijiste: “Las zorras tienen cuevas, las aves nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar su cabeza”. Y cuando otros te siguieron humildemente a costo de sus haciendas y vidas dijiste : “De cierto os digo que todo el que perdiere algo por mí recibirá cien veces tanto en esta vida y más allá la vida eterna”.
¡Bendito Cristo, contigo perdiendo se gana, restando se suma, dividiendo se multiplica, sufriendo se reina, padeciendo se recibe gloria, calumniados somos honrados, odiados somos amados, perseguidos somos bienaventurados, humillados somos exaltados, despreciados somos mencionados, muriendo se vive! ¡Gloria al Divino Crucificado que nos dejó sobre el sendero de la vida cristiana la huella de sus pies benditos!
Para seguirle en humildad volvamos a leer una y mil veces con meditación sincera los sencillos preceptos del Sermón de la Montaña: “Oíste que fue dicho, más yo os digo; “Amad a vuestros enemigos. Haced bien a los que os ultrajan y persiguen. Orad por los que os odian y calumnian. El que te pidiere, dale. El que te hiere en una mejilla, vuélvele la otra. El que te llevare una milla, ve con él dos. El que te quitare la capa déjale el bastón y las sandalias. No resistáis el mal, vencedle con el bien.”
¡Oh, Dios clemente y misericordioso! Acuérdate que somos polvo frágil, arcilla, quebradiza, no más que barro. Ayúdanos y danos el verdadero sentir tuyo de no buscar lo nuestro sino el bien de los otros. Enséñanos a ser desprendidos, magnánimos, perdonadores, dadivosos, menos centralizados, menos egoístas, menos orgullosos. Por favor Jesús, llévanos en el espíritu de Tu Palabra, y en una bíblica travesía desde el pesebre hasta la cruz, desde Génesis hasta Revelación, desde la tierra hasta el cielo, de la ciudad lejana a la casa del Padre.
Enséñanos humildad aquí para ser exaltados allá, cuando fuere tiempo. Dios, dá a esta generación más líderes, pastores, evangelistas, maestros, profetas, apóstoles, humildes pues, tenemos demasiados grandes. Repite el milagro del pesebre, inúndanos con las glorias de tu cruz. Que solo nos gloriémos en la cruz. Y con ella a cuesta llevemos tu mensaje salvador a ésta generación que perece. Quiero ascender la cumbre del Calvario, subir por ella como tu subiste con valor decidido y temerario, Señor, yo quiero ser como tú fuiste”.
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