Palabra de Vida y Esperanza #14
La adversidad antecede a la bendición. Hay crisis y adversidades en tu mundo externo pero aun así tu mundo interno debe permanecer en paz con Dios.
Primer Principio: Jesús declara que la paz solo está en Él. Asegúrate que no te abandone la paz. Tengo que hacer de Dios mi paz. La realidad de éste mundo es aflicción. La confianza en Dios es lo que vence la aflicción del mundo.
La paz y confianza en Dios, en ese proceso Dios te va a revelar cuál es su propósito en medio de tu crisis. En medio de la adversidad y tormenta, experimentar su paz. Él tiene planes para hacerte bien.
Él tiene perfecto control de tus circunstancias. Tienes la oportunidad de descansar en Él y aunque la adversidad está operando sobre tu vida, en tu mundo interior puedes experimentar paz.
Las tormentas en nuestra vida Dios las utiliza para evidenciar cuán sólidas son nuestras convicciones en Él. Aprender a confiar y tener paz en medio de las tormentas, aflicciones, adversidades, requiere descansar en sus promesas.
Segundo Principio: La realidad de este mundo es aflicción. Una mañana de un domingo hace 2,000 años, los mercaderes del alto templo, el enemigo y la muerte se estaban riendo. Lo que no contaban era que el sepulcro se iba a abrir.
Este es el mejor mensaje para enfrentar la muerte. Él sí puede enseñarnos cómo manejar las crisis. El primer mensaje, la primera expresión del vencedor de la muerte está en el verso 11.
María estaba llorando cuando el Resucitado le dice: “¿Mujer, por qué lloras? La tumba vacía habla que la muerte ha sido vencida. ¿Dónde está oh muerte tu aguijón? Ella estaba llorando, mirando una crisis, mirando la tumba vacía, en vez de mirar al Resucitado.
Frente a esa situación de crisis mi perspectiva tiene que ser la correcta. El que quita la mirada de la tumba y ve hacia afuera puede ver la vida misma. Cuando estoy en el medio de una crisis puedo ver el peligro de la tumba o puedo ver la oportunidad donde está el Señor.
En muchas ocasiones como ésta mujer, usted puede que esté llorando una tragedia que ya no existe, que hace tiempo se convirtió en victoria. Aquí hay gente llorando su pasado, su historia de dolor y crisis. Dios te dice: “Quita la vista de la crisis”. Dios le estaba hablando en Cristo a María pero ella con su visión cerrada mirando para el sitio equivocado no podía escuchar la voz de Dios.
Jesús, la llama por su nombre. Dios siempre está insistiendo en buscarnos. Tú no eres un número de seguro social en el libro de Dios. Tú no tienes un fiscal esperándote en el cielo. Tienes un abogado, que
es un amigo que te conoce por tu nombre. Cuando Él quiere llamarte la atención va a hablar a tu oído.
La gente dice: “No escucho a Dios”. El problema no es Dios. Él no guarda silencio. Él es la Palabra encarnada que siempre está hablando. Somos nosotros los que estamos en la frecuencia equivocada. Dile al Señor: “Afina mi oído”. En una crisis uno tiene que oír la voz de Dios.
Hay gente oyendo la voz de la ansiedad, la voz del dolor y de los parasicólogos; religiosos con teologías extrañas. Sigue en gobierno de tu mundo interior. No permitas que las circunstancias te controlen Dios
está en control. “Echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de ti”.
¿Cómo puedo experimentar ese cuidado de Dios? Echa toda tu ansiedad sobre Él. Aquella mujer tenía el dolor del abandono, que paraliza, postra y no te deja ver a Dios. Pero, la voz de Dios se mueve en medio de la tristeza, en medio del dolor y en medio de la crisis. El dolor se convierte en un testimonio para ver la gloria del Señor.
En el verso 17 Jesús le dice: “Ve y dile a mis discípulos”. En momentos de crisis escoger qué mensaje vas a dar. Muchos lo que tienen es el mensaje del dolor pasado, la tristeza pasada. Cambie su queja en gozo
y alabanza. La aflicción, los problemas, las adversidades, las crisis, siempre van a existir pero es la actitud lo que Dios quiere cambiar. Ejercítate en creer sin ver. Sostente en las promesas de Dios y confiando aunque la solución al problema aún no está. Puedes confiar, saludar el milagro tener gozo. No tienes que condicionar tu alabanza a los resultados de tu expectativa. El desaliento está basado en tu falsa expectativa; que Dios no cumple.
Tercer Principio: La confianza en Dios es lo que vence la aflicción del mundo. Descansa en mí, confía en mí, aunque la adversidad la crisis, la aflicción no se remueva conforme a tu expectativa.
En esta crisis es necesario aprender a creer y a confiar en Dios. El verdadero conflicto no es el problema, sino como respondemos a los problemas, el manejo del mismo. ¿Le vas a creer a las circunstancias o le vas a creer a Dios?
Descanse en sus promesas. Lo invisible es más poderoso que lo real. Significa que vas a descansar en su carácter, que vas a descansar en lo que Él te ha dicho. Dios quiere que vayas creciendo en ese proceso de
fe.
No vivas por lo que sientes sino por lo que Dios ha declarado. Él no puede mentir y está en control de todas las circunstancias. No te dejes controlar por el desánimo, el desaliento, la adversidad, las malas
noticias. Enfócate en las promesas. No vivas por lo que sientes, vive por principios.
No mires las circunstancias. Enfócate en lo que Dios te ha prometido. No sé cuál puede ser su circunstancia pero Él te dice: “No te dejaré y no te desampararé”. “El Señor es mi ayudador, no temeré lo que me pueda hacer el hombre”.
No tengas temor, el Señor es tu ayudador. Si no se está cumpliendo tu expectativa, la del Señor se está cumpliendo en ti. En el mundo Jesús declara lo siguiente:
- Él es tu paz.
- La realidad de este mundo es aflicción.
- La confianza en Dios vence al mundo.
Podemos confiar en Dios en medio de las pérdidas, del dolor, la angustia, la adversidad y la aflicción. Tenemos que elegir una de dos opciones:
- Desintegrarnos emocionalmente y espiritualmente como personas.
- Ser más fuertes a través de esas pruebas para re-edificar un fundamento sólido. Este fundamento es nuestra confianza en Dios.
Deje de tratar de saber por qué pasan las cosas. Él ya tiene un plan. Él tiene la respuesta. Habrá muchas cosas que no entenderemos, mientras tanto, estemos en paz sabiendo que Él nos tiene en la palma de sus manos.
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