Deje que Dios sea el Dios de su vida

Muchas veces tratamos de resolverlo todo con nuestras fuerzas. A veces queremos decirle a Dios la manera de hacer las cosas. Déjele todo a Él. Él está en control y sabe hacer las cosas mejor que nosotros. En el tiempo exacto cambiará todo a nuestro favor.

Cuando constantemente estamos razonando, ¿por qué las cosas suceden de esta u otra manera? Eso trae confusión, frustración y estamos todo el tiempo viviendo en estrés. Conozco gente que su mente nunca descansa. Constantemente pensando en algo y sienten que nunca van a ser felices a menos que vean todo resuelto. El problema es que a veces enfrentamos cosas en la vida en las que no hay salida lógica.

Si no aprendemos a dejarlo todo a Dios y confiar en Él, perderemos nuestra alegría y nuestra paz. Cuando enfrentamos dificultades no podemos caer en la trampa de pensar todo el día ¿qué voy a hacer ahora? ¿Cómo lo voy a resolver? Mi salud, mis hijos, mis finanzas, no sé cómo salir de esto.

Ese no es su problema. No tiene que saber cómo resolverlo todo. Su trabajo es creer, su trabajo es saber que Dios lo tiene en la palma de su mano. (Isaías 49:16). “He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpido”.

El dijo que “ninguna arma forjada contra usted va a prosperar…” Isaías 54:17. Tiene que creer que está trabajando y cambiando las cosas a su favor. Que pelea la batalla por usted. Cuando creemos esto todas las cosas se hacen posibles.

Hoy puedes estar frustrado acerca de alguna situación y quizás no puedes dormir bien y tienes que enfrentar el día sin alegría y sin entusiasmo. Si deja a Dios actuar no solo lo va a resolver, sino que le va a dejar en una mejor situación que la que está. “Joven fui y he envejecido”. David dijo: “No he visto justo
desamparado…”. Proverbios 3:5 dice: “Fíate de Jehová…”. En otra traducción dice: “Con toda tu mente”.

No puedes permitir que ese problema domine tu vida. Si estás preocupado no estás confiando. No podemos preocuparnos y creer al mismo tiempo. No pierda el tiempo siempre pensando en cómo resolver el asunto. Solo utilice el tiempo diciéndole a Dios: “Yo sé que estás obrando en mi vida, sé que tienes la respuesta, así que me voy a relajar y disfrutar cada día”. Eso es lo que significa ser un vencedor. Eso es tener paz en medio de la tormenta.

Hay que dejar a Dios ser el Dios de nuestra vida. No tengo que entenderlo todo pero, voy a confiar. Dios está en control. ¿Por qué no confiar en Él? Deje de tratar de saber por qué pasan las cosas. Él ya tiene un plan, Él tiene la respuesta.

Habrá luchas, cosas que no entenderemos, mientras tanto estemos en paz sabiendo que Él nos tiene en la palma de su mano y eleva una bandera de victoria sobre nosotros. Puede que no sepa qué hacer, pero mientras conozcamos al que sí sabe, estará todo bien.

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